martes, 21 de diciembre de 2010

VERGUENZA LEGISLATIVA

VERGUENZA LEGISLATIVA

Manuel Rojas Pérez
Publicado en el Correo del Caroní el 20 de diciembre de 2010

No se puede calificar el espectáculo que en esta última semana los diputados salientes han dado en la Asamblea Nacional, sino como una vergüenza. Y es que estos, actuando cual borregos, decidieron acatar la orden de Chávez de terminar con el Estado de Derecho en Venezuela.

No menos de quince leyes están discutiendo y aprobando los diputados del actual parlamento, de las cuales todas, de una un otra manera, atentan contra la libertad.

El proyecto de Ley de Universidades, por poner un primer ejemplo, intenta acabar con la autonomía universitaria. Pero, no es esta la única autonomía que se quiere abolir: y es que el proyecto de Ley Orgánica del Poder Público Municipal, conjuntamente con los proyectos de Ley del Poder Popular, de las Comunas, de la Economía Popular, de la Planificación Popular y Comunal tienen como fin claro y evidente desaparecer la autonomía municipal, creando nuevas estructuras político-territoriales al mismo nivel de los municipios y transfiriendo competencias de estos a las comunas.

Más aún, pretende el chavismo acabar, nada más y nada menos, que con la autonomía del pensamiento. El proyecto de Reforma de la Ley de Partidos Políticos impone a los diputados la prohibición de expresar sus opiniones según su conciencia. Esa ley impide a los diputados votar en contra de la línea que le imponga el partido al cual pertenecen. Más aún, inhibe a cualquier diputado a separarse de su partido y hacer causa común en otro.

Esta ley, de absoluto corte estalinista, es de las leyes más radicalmente limitadoras de los derechos propios de los ciudadanos, como lo es la libertad de conciencia. Además de ello, viola abiertamente el artículo 201 de la Constitución, y demuestra la profunda desconfianza de Hugo Chávez en sus diputados.

Pero son muchas otras las leyes que, de espaldas al pueblo, van aprobando entre gallos y medianoche: Ley de Emergencia para Terrenos Urbanos y Vivienda, Ley de Soberanía Política y Autodeterminación, Ley de Bancos, Ley de la Contraloría General de la República, Ley del Sistema Exterior. Y para que no sepamos que están cometiendo esos abusos, reforman la Ley de Telecomunicaciones y la Ley Resorte, a los fines de controlar al máximo el internet y los medios de comunicación.

Sin embargo, lo más grave se enmarca dentro de la Ley Habilitante que pidió Chávez. El proyecto presentado por este para su aprobación, consta de nueve puntos que, en sí mismos, establecen prácticamente todas las potestades públicas. Quiere decirse con esto que la Ley Habilitante es de tal amplitud que permite al presidente legislar absolutamente en cualquier área, la que le de la gana.

Además de ello, la vergüenza legislativa llegó al punto de aumentar el lapso de tiempo establecido en el proyecto inicial: Chávez solicitó la habilitante por un lapso de doce meses, pero los diputados, haciendo gala de una genuflexión insólita, o quizás de una delicada operación concertada entre el Ejecutivo y el Legislativo, elevaron el tiempo de vigencia de la habilitante a dieciocho meses.

Ahora bien, el panorama puede verse negro, dramático, demoledor… Sin embargo, nunca está más oscuro que cuando va a amanecer. Desde hace tiempo venimos advirtiendo que el chavismo se radicalizaría después del 26 de septiembre, al saberse minoría electoral en el país. Que el presidente se terminaría de salir del cauce democrático para irse por donde siempre ha querido.

Pero, que en Venezuela se instaure un sistema no democrático, como el actual, no quiere decir que Hugo Chávez ha ganado. Muy por el contrario, el pueblo ha venido revelándose contra las patrañas tiránicas del chavismo. Venezuela ha demostrado que, por encima de todo, tiene una ADN profundamente democrático. Las acciones desesperadas del chavismo solo revelan lo inmensamente perdidos que se encuentran a lo interno. Por ello necesitan, para sobrevivir un poco más, radicalizarse, mostrarse como monstruos, generar terror. Pero ya hemos derrotado a ese extremismo varias veces. No hay porque pensar que no lo haremos de nuevo.

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