lunes, 24 de mayo de 2010

Marx y el mercado

MARX Y EL MERCADO

Manuel Rojas Pérez
Publicado en el Correo del Caroní, lunes 24 de mayo de 2010

Tomo prestado de Giovanni Sartori no sólo el título de este artículo, sino la idea general, para intentar demostrar varias cosas: primero el carácter individualista de la tesis marxista, y por otra parte, que el ataque del chavismo al mercado implica un deterioro en las posibilidades económicas de la gente.

El mercado es un mecanismo económico que permite determinar los costos y los precios, basados fundamentalmente en la comparación de bienes ofertados. Es decir, si hay varios tipos de harinas, el consumidor escoge cuál le gusta más, o cuál puede adquirir. Sin mercado, los bienes no tendrían costos auténticos sino ficticios, porque los impondría una sola persona y no los propios consumidores.

El mercado, así, se basa en un orden espontáneo, en el sentido que actúa por sí mismo y no estaría ordenado por nadie, como en su momento lo señaló Friedrich von Hayek. Claro, para eso está el Estado, para controlar que ese orden espontáneo sea lo suficientemente justo como para que todos los actores económicos puedan participar, y todos los consumidores puedan acceder. Por ello, déjese claro que el Estado debe ser un coordinador del mercado.

Quien triunfa en el mercado es porque demuestra que es el más capaz, que es quien más trabaja y mejores productos de calidad ofrece a menor costo a los consumidores. Su objetivo es encontrar el lugar adecuado para cada quien, pero ello obliga a los agentes económicos al máximo esfuerzo. Por ello, algunos dicen que el mercado es cruel. Los menos idóneos son expulsados de forma natural del mercado.

Ahora bien, esa expulsión de los menos capaces no forma parte de la decisión de una persona, sino del mercado en su conjunto. El mercado está constituido por los oferentes y los demandantes. Es decir, productores de bienes y los consumidores que los compran. Así, cuando existe un mercado económico para un producto particular, son los consumidores quienes deciden qué producto es mejor, y cuáles no son del gusto de éstos. En definitiva, el mercado, visto desde la legitimidad, es un modelo verdaderamente democrático, ya que hay una elección de los consumidores sobre la presencia de bienes en los anaqueles.

Por su parte, el marxismo establece el principio del valor-trabajo, es decir, el valor de un bien es el valor congelado del mismo. Para esta teoría, un bien, elaborado durante días tendría el mismo costo que un bien realizado en pocas horas. El marxismo establece una media: ese mismo bien deberá ser pagado a un mismo precio, sin importar el tiempo de elaboración, y por tanto, pasando por encima de la calidad de terminación del producto.

Nótese que Marx en su teoría impone arbitrariamente el costo de un producto, sin entrar a considerar al consumidor. Al marxismo como sistema económico, poco le importa si al consumidor le gusta o no ese producto: lo obliga a adquirirlo. Eso, por supuesto, implica la disminución de la calidad del producto, y termina por imponerse un solo bien, el que escoge el Estado. Luego, el marxismo, visto también desde la legitimidad, es un modelo absolutamente arbitrario, tiránico y dictatorial, ya que los consumidores no eligen cuál producto es mejor, sino que el Estado como gestor directo de la economía impone el producto y el precio.

Así, como señala Sartori, existe una extraña paradoja: Marx es inconscientemente individualista, mientras que el mercado es, sin darse cuenta, colectivista.

En los actuales momentos, el Gobierno nacional crea una guerra contra el mercado económico productivo. Quiere tomar el sector alimenticio e imponer precios y bienes. Asume una posición marxista del mercado, lo cual implica, una tendencia antidemocrática de los aspectos económicos, ya que no le interesa la elección de los consumidores. Al gobierno no le interesa lo que quiere la gente, sino que impone y obliga al pueblo a adquirir los bienes que el Estado señale.

Twitter: @rojasperezm

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