lunes, 11 de diciembre de 2006

Notas sobre la Reelección Presidencial

Notas sobre la Reelección Presidencial

Manuel Rojas Pérez

Publicado el 16 de diciembre de 2006 en el Correo del Caroní

Puede decirse que a nivel mundial la regla es la reelección, tanto en regimenes parlamentarios como en los presidenciales. Sin embargo, en América Latina quince (15) países prohíben la reelección inmediata del Presidente. En México “en ningún caso y por ningún motivo podrá volver a desempeñar ese puesto” (art. 83 de la Constitución mexicana). Las razones para negar esta posibilidad en Latinoamérica son variadas: según estos detractores, se previene la erosión del esquema de división de poderes; posibilita el mantenimiento de un efectivo equilibrio, basado en la relación liderazgo-control; excluye el continuismo; promueve la democracia interna de los partidos; promueven el pluripartidismo. De hecho, la experiencia latinoamericana (Fujimori, Menem, Cardoso, Chávez), no ha sido la más feliz, comprobándose el uso –y abuso- de recursos estatales (en el caso de Venezuela las innumerables e ilegales cadenas presidenciales de radio y televisión).
Ahora bien, este criterio es bastante pesimista, pasando por encima del hecho que podemos tener buenos presidentes que merezcan la confianza del pueblo para continuar con sus políticas de Estado. La reelección, como se ha dicho, es la regla en los países desarrollados, y permite que un líder con gran apoyo popular, un líder que sea visto con capacidad para seguir dirigiendo al país, de manera satisfactoria continúe. La reelección presupone un examen de la popularidad, de la gestión y de la legitimidad del Presidente al término de su mandato. Esta figura le permite al electorado mantener en el ejercicio del gobierno a un líder que considere que lo esté haciendo bien, y sobre todo, asegura una mayor continuidad democrática. De modo pues, que la reelección favorece la continuidad de las políticas públicas, en particular las políticas económicas y fiscales, lo que generaría mayor seguridad en cuanto al desarrollo de ellas, y a las inversiones nacionales y extranjeras.
Ahora bien, tal figura solo es recomendable en el caso que se esté seguro que no se va a presentar abuso alguno, que no puedan ser controlados por los organismos electorales competentes, de manera eficaz. La reelección, y los analistas políticos así lo destacan, no puede ser indefinida. Uno de los pilares de la democracia es justamente la alternabilidad, la cual debe ser tomado en cuenta conjuntamente con el derecho a reelegir a un presidente que haya tenido un buen gobierno, y de desee justamente la continuidad de las políticas públicas. La reelección no puede ser nunca por siempre. Eso borra todo vestigio de democracia, de legitimidad de un gobierno. Eso hace al gobernante utilizar todos los medios que el Estado le da para mantenerse en el poder hasta el fin de los días. La reelección indefinida provoca en el gobernante, como ser humano que es, una tendencia a dejar de gobernar para el pueblo, y dedicarse a gobernar para el mismo, para sus ideas personalistas.
Por ello, preocupa que el presidente Chávez haya hecho el llamado a modificar la Constitución de ganar el 3-D, como efectivamente sucedió, para que la reelección presidencial sea indefinida. Eso acrecienta nuestros temores que el autoritarismo se afiance –más aun- en Venezuela.

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