jueves, 28 de febrero de 2008

Lina Ron es de la CIA (o como escurrir el bulto)

Lina Ron es de la CIA (o como escurrir el bulto)

Manuel Rojas Pérez

Publicado en el Correo del Caroní el 7 de marzo de 2008

Lina Ron, dirigente histórica del chavismo, nacida de las bases del socialismo del siglo XXI, representante máxima del movimiento callejero que apoya al presidente Hugo Chávez Frías, la “cara fea” de la revolución, la que está dispuesta a “entrompar” a quien sea con tal de defender al su líder máximo, resulta que es una infiltrada del imperio norteamericano.
No estoy bromeando. Tampoco lo afirmo yo. Lo dijo el presidente Chávez.
Luego de la toma violenta del palacio Arzobispal de Caracas por parte de Lina Ron y sus fanáticos seguidores, incluidos un par de diputados de la hoy más que nunca ilegítima Asamblea Nacional, donde anunció Lina su deseo de colocar una bomba en Globovisión y le ofreció golpes a uno de sus reporteros, llamó al ministro de Interior y Justicia a allanar al Este de Caracas y elevó a rango de mártir de la revolución al “camarada” que puso el artefacto explosivo en la sede de Fedecamaras, luego de todo lo realizado por la Ron “en defensa de Hugo Chávez y la revolución bolivariana”, como ella misma afirmó, pues el presidente de la República, en una llamada telefónica al programa La Hojilla de Venezolana de Televisión, dijo que esas acciones parecían ejercidas por fuerzas infiltradas por el Imperio.
Y expresamente llamó a Lina Ron a la reflexión y a la calma. “Lina, puedo pensar que eres pagada por la CIA”.
Si, Lina Ron ahora es una tarifada de gobierno norteamericano, el chivo expiatorio del peor gobierno que ha tenido Venezuela en su historia. Que ironía, Resultó la comandante Ron una contrarrevolucionaria, y por ende, parte de la “extrema derecha oligarca”.
No pretendo yo hacer una defensa de la actitud de Lina Ron. Para nada. Condeno absolutamente la actitud soberbia, vulgar y soez de la comandante Lina Ron, una actitud que en un país serio con un Estado de Derecho en plena vigencia ya estarían siendo investigados por la Fiscalía General de la República. Pero no es el caso.
Como dije, no es mi intención defender a Lina Ron. Pero si me pregunto ¿Quién es el verdadero culpable de lo que pasó ayer? ¿El gobierno de George W. Bush? ¿El Rey de España? ¿Es Lina Ron un agente del imperialismo colonial norteamericano?
No. El culpable de todas las acciones de Lina Ron es el mismísimo presidente de la República.
Desde 1999, venimos oyendo los venezolanos un discurso incendiario, repleto de llamados a la violencia. Desde que Hugo Chávez está en el poder, ha llamado a sus fieles y obedientes seguidores a hacer caso omiso de la doctrina de la Iglesia Católica catalogando de diablos con sotana a alguno de sus miembros, ha dicho que Fedecamaras debería desaparecer del mapa, ha señalado que los productores son los culpables de su ineficacia.
Nueve años oyendo apologías al odio. Nueve años escuchando solo ataques desmedidos, violentos y absurdos: que a los adecos hay que freírles la cabeza en aceite, que el Tribunal Supremo de Justicia es una plasta, que la victoria del 2 de diciembre fue una mierda.
Los seguidores del chavismo, en su versión más pura, son verdaderos fieles, seguidores de la palabra del presidente a cabalidad. Los radicales chavistas, como la comandante Ron, consideran mesiánicas las palabras del presidente Chávez. Y si este perennemente instiga al odio, como evidentemente lo ha hecho a lo largo de todos sus mandatos, pues sus seguidores se cargarán de ese odio, y ejecutarán lo que entienden son las órdenes del comandante en jefe.
En definitiva, el gran culpable de todas las acciones violentas de los grupos más radicales de los seguidores del gobierno, con Lina Ron a la cabeza, es el propio Chávez. Más nadie.
Así, el pretender ahora acusar a Lina Ron de ser una infiltrada del imperio norteamericano, además de una soberana torpeza, es “escurrir el bulto”.
Escurrir el bulto significa cargar de tus propias culpas a otra persona, achacar tus faltas a un tercero que nada tiene que ver. Hugo Chávez con su llamada al programa La Hojilla, escurrió el bulto de sus propias culpas. Es él, y sólo él, quien debe ser responsabilizado por las acciones fascistas de los violentos radicales del chavismo, gracias a ese macabro discurso incendiario y lleno de odio que día a día el presidente nos hace escuchar.
Al final, el verdadero infiltrado por la CIA es el mismo Hugo Chávez, porque es él quien conspira contra su propio Gobierno de anime.

Aspectos históricos del revisionismo en el sistema comunista mundial y el socialismo del siglo XXI

Aspectos históricos del revisionismo en el sistema comunista mundial
y el Socialismo del siglo XXI

Manuel Rojas Pérez

Publicado en el Correo del Caroni el 29 de febrero de 2008.

El presidente ha venido desde enero, hablando de las tres R, rectificación, revisión y reimpulso. Y últimamente le ha dado lucha preponderancia a la posibilidad de “revisar” el sistema político de la mal llamada V República. Así, ha conminado a sus seguidores a hacer revisionismo interno dentro de las filas del inexistente socialismo del siglo XXI.
Ahora bien, considera quien suscribe que el fulano revisionismo intentado desde las altas esferas del gobierno venezolano no es en verdad tal. Históricamente, el revisionismo implica un auto examen verdaderamente sincero, libre de conjeturas externas y de ideologías. Para ello, haremos un breve reparo a la historia del revisionismo que tuvo como consecuencia la caída del sistema comunista mundial a partir de la disolución de la Unión Soviética.
El revisionismo como figura política no es otra cosa que el intento de moderar algunos de los puntos fundamentales del marxismo. Al suponer el quebrantamiento de principios básicos marxistas, el término fue utilizado de forma despectiva por sus detractores, identificándose revisión con traición a la ortodoxia comunista. Los revisionistas eran considerados como traidores al proceso comunista por parte de los miembros del gobierno ruso, líder del comunismo mundial, sin darse cuenta que eran los propios ciudadanos quienes veían los errores en el sistema. Teodoro Petkoff en su oportunidad fue catalogado de revisionista por oponerse a la toma de Praga por los comunistas soviéticos.
El primero que reivindicó la necesaria autocrítica al sistema marxista fue Eduard Bernstein, el padre de la social democracia, quien defendió el carácter reformista y pacífico del socialismo, planteando al el sistema parlamentario como vía para alcanzar aquél.
No tardó en abrirse la polémica, ya que la cuestión afectaba a su propia ideología y esencia programática. Los detractores de Bernstein, entre ellos Rosa Luxemburgo y el propio Lenín, decían que los pilares en que debía radicar la fuerza del movimiento obrero eran la teoría de la revolución y la no colaboración con las fuerzas de la burguesía.
Con la implantación del estalinismo, la hegemonía del Partido Comunista soviético sobre el movimiento comunista internacional no tardó en revertir en la calificación de revisionista para toda actitud política que cuestionara su liderazgo. Los estalinistas, por ejemplo, acusaron de revisionismo al Partido Comunista Yugoslavo de Tito, y lo expulsó de la organización. Apartados de la línea oficial estalinista, Tito y el Partido Comunista iniciaron, sin renunciar al marxismo, una vía al socialismo distinta a la que desde Moscú se imponía como ortodoxa.
Desde la muerte de Stalin, el concepto de revisionismo alteró por completo su significado. En Europa, durante la década de los 70, una nueva forma de revisionismo surgió con la aparición del eurocomunismo, donde los partidos comunistas de Italia, Francia y España aplicaron un sentido del socialismo muy distinto al marxismo original, en la que apostaban por la democracia y el pluralismo político como valores sustitutivos de la revolución, fórmula que en la Unión Soviética dio nacimiento a la glasnot y a la perestroika, de la mano de Gorvachov, que dio al traste con la Unión Soviética y el comunismo mundial.
Ahora bien, si se revisa la historia de esta figura, puede concluirse que en Venezuela no hay por parte las altas esferas del bloque del Gobierno, una verdadera voluntad de revisión de sus postulados. Como se dijo el 17 de enero en el diario “Ultimas Noticias” en la página 21, “Si la primera “R” es de Revisión, el gobierno tendría que comenzar por revisar esa chocante simbiosis de maletines que se ha creado entre “empresarios” y funcionarios del Estado. Cuando Jhonny Yánez Rangel, gobernador de Cojedes, protesta por la detención de los Kauffmann o los Durán ¿lo hace en defensa del socialismo o de los negocios?”
De hecho, las tres R no duraron prácticamente nada. No habían pasado dos semanas cuando Chávez dijo que la delincuencia era un problema “menor”. ¿Que revisionismo es ese? Ninguno.
Revisionismo es el que se está gestando desde mucho antes de 2 de diciembre en las bases del movimiento chavista. En los pobres que ya no ven al socialismo del siglo XXI como una esperanza, sino como una carga. Revisionismo hay de parte del humilde señor del Táchira que quedó sin trabajo por haber sido secuestrado su patrón por la FARC o la señora que no consigue leche para sus niños, y le dicen que eso es una mentira mediática. ¿Y las personas que creen en Diosdado Cabello como opción a la presidencia, sin dejar el socialismo del siglo XXI? por supuesto que también estarán molestos por la necia idea del presidente de quedarse eternamente el poder. La contraloría social se convirtió en agua y arena. Tan es así, que RCTV, el “canal golpista” terminó siendo en refugio de los chavistas que necesitan hacer sus denuncias, porque en VTV no pasan nada que no sean alabanzas a la revolución.
Aquí no hay revisión alguna por parte de los integrantes de las altas esferas del Gobierno. La revisión, el revisionismo, ya arrancó de parte de lo ciudadanos que apoyaban o apoyan al gobierno todavía. Ahí si hay revisionismo, e indudablemente tendrá las mismas consecuencias que aquel que culminó con la glasnot y la perestroika.

lunes, 25 de febrero de 2008

El Libertador jamás creyó en el socialismo

Con

El Libertador jamás creyó en el socialismo

Manuel Rojas Pérez

Publicado en el Correo del Caroní el 21 de enero de 2008

Hace poco el presidente de la República, Hugo Chávez, volvió a manifestar su intención de mantenerse en el poder, pese a que esta propuesta fue rechazada junto con la reforma en diciembre pasado. En razón de ello, Manuel Rojas Pérez realiza un análisis de esa intención y la compara con los ideales de libertad.

Se ha cansado de asegurar el presidente de la República, Hugo Chávez, que su rechazada propuesta de Constitución se basaba en los postulados del pensamiento del Libertador Simón Bolívar.
Sin embargo, esa retórica no es más que eso. Esa Constitución que pretendía implantarse desde el Gobierno, se enfrentaba directamente a los postulados bolivarianos, y el primer gran ejemplo de ello era que el Libertador no creía en gobiernos perpetuos, cosa en la que nuevamente insiste Chávez al proponer, en días pasados, ante la Asamblea Nacional otra consulta para ver si el pueblo acepta que siga mandando.
En una frase que el presidente Chávez pretende hoy desconocer, el Libertador resumió de manera magistral su oposición a cualquier tipo de tiranía por medio de la cual un mismo hombre se hiciera del poder de manera indefinida.
El 2 de enero de 1814, en la Asamblea Popular de Caracas, Simón Bolívar dijo que “en las administraciones absolutas no se reconocen límites en el ejercicio de las facultades gubernativas; la voluntad del gran sultán, y demás soberanos despóticos, es la ley suprema, y ésta es casi arbitrariamente ejecutada por los sátrapas subalternos”.
Tiempo después, ya investido del título de Libertador, y ante el Congreso de Angostura, en el año 1819, sentenció el general Bolívar: “nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle, y él se acostumbra a mandarlo, de donde se origina la usurpación y la tiranía”.
Esta colosal frase engloba una oposición férrea a lo que hoy pretende imponer el presidente Chávez.
La intención chavista elimina de tajo el principio de la alternabilidad, consagrado como principio en la vigente Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Alternabilidad significa el ejercicio sucesivo de un cargo por distintas personas, el cual es esencial a un régimen democrático.
La alternabilidad en el ejercicio de cargos públicos implica dos elementos fundamentales: (i) la posibilidad que diversas personas puedan sucederse entre si en el ejercicio de un cargo público, y (ii) la prohibición que una misma persona se reelija continuamente, sin límite alguno.
Con un mecanismo de reelección indefinida, esa reelección podría desvirtuarse y convertirse en una grave amenaza para la democracia por las ansias de perpetuación en el poder, denominado por los politólogos como continuismo. Una reelección indefinida traería una evidente ventaja en los procesos electorales de quien ocupa el cargo y, a su vez, es candidato a ocupar el mismo. Puede ese ciudadano verse con tanto poder en su mano, durante ese tiempo indefinido, que fácilmente se convertiría en un tirano. “En el caso de la designación del Presidente de la República o el funcionario equivalente, esta desaprobación se ha traducido en rigurosas previsiones constitucionales, así, por ejemplo, en las constituciones venezolanas de 1830, 1858, 1891, 1893, 1901, 1904, 1909, 1936, 1945 y 1947, se prohibía la reelección inmediata o para el período constitucional inmediatamente siguiente; la Constitución de 1961 prohibía la reelección hasta por diez años o dos períodos constitucionales después de la terminación del mandato, y actualmente, la Constitución de 1999, optando por una modalidad distinta para garantizar y resguardar la alternabilidad, establece en su artículo 230 que el Presidente de la República puede ser reelegido, de inmediato y por una sola vez, para un período adicional”, lo cual, aunque rompa con la tradición, las limitaciones a la reelección previstas por la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (“…de inmediato y por una sola vez…”), ponen freno a las distorsiones que siempre han preocupado a nuestra democracia: el continuismo y el ventajismo electoral.
La prohibición de reelección sucesiva se presenta entonces como una técnica y garantía de control constitucional derivada en la inconveniencia de que un ciudadano se perpetúe en el poder. La inconstitucionalidad de la reelección indefinida fue categóricamente afirmada por la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia, que destacó mediante sentencia número 73 del 30 de marzo de 2006 que “…la prohibición de reelección sucesiva se presenta como una técnica de control legislativo derivada en la inconveniencia de que un ciudadano se perpetúe en el poder, pretendiendo, entre otras cosas, restar capacidad de influencia a quien lo ha ejercido, y sobre todo preservar la necesidad de que los aspirantes estén en un mismo pie de igualdad y que los funcionarios electos no distraigan sus esfuerzos y atención en asuntos diferentes a la completa y cabal realización de su gestión”.
Tales elementos fueron avizorados por el Libertador. En otra de sus célebres frases destacó que “para formar un gobierno estable, se requiere la base de un espíritu nacional que tenga por objeto una inclinación uniforme hacia dos puntos capitales: moderar la voluntad general y limitar la autoridad pública”.
Siempre fue el Libertador contrario a ideas monárquicas, y la oposición a cualquier forma de absolutismo es necesariamente un principio bolivariano. Luego, cualquier plan que busque legitimar el ejercicio del poder en una sola persona, de manera perpetua, se pone de espaldas a los dictados de Simón Bolívar.
“Libertador o nada”, respondió Bolívar a los que le sugerían crear una monarquía a la europea y se hiciera con el cargo de rey.
La propuesta del presidente Chávez busca acrecentar el poder en una sola mano, es decir, legitimar el absolutismo. Esas técnicas son en esencia, radicalmente contrarias a los postulados bolivarianos. Simón Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios, no podría estar de acuerdo con el plan que pretende imponerse a toda costa.

El Libertador no era expansionista, tampoco socialista

Del serio altercado del presidente Chávez con el presidente Álvaro Uribe Vélez quedó algo: Bolívar era integracionista, más no expansionista.
¿Qué significa esto desde un punto de vista histórico?
Pues el Libertador buscó la libertad de América Latina, no ser el presidente o emperador de ese continente.
Bolívar nunca buscó expandir su poderío hasta las tierras del sur, como Argentina, Uruguay o la misma Brasil. Y de eso dio fe el general San Martín.
La idea de Bolívar no era el control de América latina, sino la libertad. Sin embargo, esa no es la postura de Hugo Chávez, quien sí busca expandir su poder político y social con su chequera, con dinero que no es suyo.
Por eso, en la Constitución que proponía Chávez, y que fue rechazada por el pueblo en diciembre pasado, pretendía colar la frase Confederación de Naciones, con la única extensión de expandir la revolución chavista (no bolivariana) por todo el continente, comprando conciencias, pagando necesidades ajenas y chantajeando voluntades.
Otro de los temas que no pueden dejar de notarse, es que se ha insistido inútilmente, en que el Libertador era partidario de la doctrina económica socialista. Falso.
No son nuevas estas mezcolanzas de ideas realizadas con la peor intención posible. Ya hace bastante tiempo, Moisés Moleiro en su obra El socialismo ha huerto, ¡Viva el socialismo!, destacó: “hay otro extraño modo que asume el culto a Bolívar y a veces hace suya la crítica histórica, sobre todo la más reciente. Consiste en convertirlo de modo subrepticio en algo así como un precursor del marxismo. Participa esta visión de un prisma deformante según el cual, como el marxismo es una verdad absoluta que da razón de toda la historia anterior a él, todos los desarrollos conducen a sus categorías y conceptos. Y desde la eminencia que le garantiza el ser una verdad suprahistórica, puede juzgar el pasado, el presente y el futuro desentrañando sus más íntimos secretos.
Algo así como un orgulloso Otero desde el cual se mira y juzga el valle y se aguardan los caminos que inevitablemente confluirán en él, en la única meta posible. Este absurdo conlleva a juzgar un pensamiento político constituido por opiniones extrañas y anteriores a una teoría y a lo que ella intenta aprehender, aplicar y describir, desde la referencia que ella supone. Se le alaba o vitupera (los dos casos existen) sobre la base de parámetros y términos de comparación absolutamente ajenos a su época”.
Es cuando menos, un absurdo el pensar que Simón Bolívar fue, o tuvo intenciones comunistas.
Muy por el contrario, el Libertador asentó: “no me parece justo que si alguno está ejerciendo el empleo pretendido bien y tiene servicio e inteligencia, se le vaya a quitar para dárselo a otro, porque esto es contrario al espíritu de la inteligencia”.
De hecho, el Libertador en feliz frase, determinó lo que debe ser el camino a la felicidad económica de los pueblos, donde difícilmente entra la doctrina económica socialista: “la prosperidad del país, vendrá cuando los venezolanos tengamos el derecho de gozar y disponer libremente de sus bienes, y del fruto de su talento, industria y trabajo”.